Discurso a la promoción que abandona en el presente curso 2010-2011 el Colegio Salesiano Ramón Izquierdo
Queridos padres, queridos profesores y, sobre todo, queridos amigos que hoy celebráis haber llegado a una meta.
Cuando me ofrecieron apadrinar esta promoción del Colegio Salesiano Ramón Izquierdo, mi colegio, lo primero en lo que pensé fue en los valores que llevaron a los responsables a pensar en mi.
No pudo ser por mi expediente académico. Yo no fui mal estudiante, pero tampoco mis notas brillaron sobremanera.
No pensé en que mi elección fuera por mi ejemplar conducta. A mi también me castigaron en bastantes ocasiones y mis padres tuvieron que venir a hablar con el tutor del curso por algún que otro incidente.
Tampoco soy lo que algunos llaman un triunfador. Yo creo que sí, puesto que tengo un trabajo que me gusta, disfruto con él, con el que puedo hacer feliz a la gente y además tengo la suerte de contar con una familia maravillosa. Pero no soy rico, no he triunfado en los negocios, no tengo una mansión ni un deportivo en la puerta... ni tampoco lo necesito.
¿Qué tendré yo para ofrecer a quienes comienzan ahora a labrar más seriamente su futuro?
Y así pensando, pensando estaba un servidor cuando un amigo, David, me llamó para ir a tomar algo. Y mientras tomábamos un refrigerio hablamos de su cuñado, Pepe, y de otro amigo, Luis, y planeamos un fin de semana en una casa rural donde estuvimos todos con nuestras familias, además de Juampe y Carlos y, cuando comencé a pensar en lo que nos unía a todos, caí en la cuenta... habrá sido por esto? Habrá sido por los compañeros?
Uno de los patrimonios más importantes que me legaron estos muros fue el de la amistad de unos y otros. Pero amistad con mayúsculas. Todos habréis tenido conocidos. Personas con las que se pasan buenos ratos, se comparten vivencias y risas y que se guardan, con cariño, muy cerca del corazón. Pero hay otras con las que además se han compartido otros momentos, a lo mejor no tan buenos, no tan repletos de alegría, con las que incluso se han mantenido alguna vez que otra discusiones, nos han afeado conductas o les hemos echado alguna regañina. Son amigos de verdad. Personas que se te instalan en lo más profundo del corazón para no salir aunque tu quieras. De la historia de esas personas saben mucho estos ladrillos colorados.
Y son diferentes. Porque habéis crecido juntos. Juntos habéis descubierto que a base de hacer palotes se termina escribiendo un comentario de texto sobre Wittengstain. Que contando con los dedos se termina desvelando el resultado de una integral. Que mirando las hormigas en el patio se termina conociendo el sistema nervioso de los vertebrados. Que coloreando figuras se termina dibujando el plano y la alzada de un edificio...
Y porque juntos os habéis empapado del espíritu de Don Bosco. Ese que corría por las calles de Turín, que se ponía a jugar al fútbol y que todas las noches escuchaba la oración de Mamá Margarita.
Contad con ellos... contad los unos con los otros. Aunque sea solamente para deciros lo de menos que echáis el colegio... o lo de más! Cierto que muchos os perderéis de vista. Cierto que algunos se esconderán. Pero cuando, por cualquier motivo, necesitéis de ellos ahí estarán. Aunque sea para tomar unas tapas.
Otros os dirán que ahora os espera un mundo hecho para la competencia, para el engaño, para pisar a cuantos se te pongan por delante. Os dirán que eso de mirar con los ojos de Cristo, que lo de poner la otra mejilla, que lo del camello pasando por el ojo de la aguja no son más que frases bonitas que hay que interpretar. Os dirán, una y otra vez, que para llegar a algo hay que ser egoístas y no reparar en principios ni creencias pasadas de moda. Y no les falta razón. Es la única forma que tienen ellos de ser alguien. De reconocerse cuando se miran al espejo. Porque ellos son alguien, en mayor o menor medida, según los ceros que tienen en su cuenta bancaria.
Vosotros, sin embargo, tenéis la oportunidad de ser alguien de otra forma. Tenéis un baremo incuestionable. Una vara de medir que nunca os va a fallar. Tenéis compañeros. No os miréis a los espejos que os pondrán enfrente. Miraos en los ojos de ese que ha compartido pupitre desde educación infantil. En el que se sentó a tu lado en la primera excursión. Al que le contaste tu primera aventura amorosa. Ese no os defraudará nunca. Y si os tiene que reprender en algo, lo hará sin reproches, buscando vuestro bien. Ese os dará la medida de vuestro éxito. Ese será el reflejo más fiel de vosotros mismos que podáis tener.
También os quiero decir que tenéis la oportunidad de destacar. En una sociedad que cada día se acerca más a las miradas más negativas. En la que todo nos lleva al pesimismo o a la ira, vosotros podéis ser testigos de la alegría. Habéis vivido momentos muy felices entre estas paredes. Os vais repletos de sonrisas. Multiplicadlas y repartidlas. Algunos de vosotros habréis estado en los ADS y conocéis de sobra la expresión “Siempre alegres”. Haced de ella emblema de vuestra vida. Tomad la fuerza de los momentos duros para conseguir que vuestra presencia sea luminosa en cualquier sitio y en cualquier situación.
Y ahora que nombro los ADS. Los grupos de fe, los campamentos, las excursiones, ejercicios espirituales, pascuas... todo comenzará a tener sentido a patir de este momento. Esas interminables reuniones de los viernes por la tarde, pendientes de la hora de salida y hablando de dinámicas de grupo, de temas de reflexión, de momentos de oración. Tomadlo como si os hubieran echado gasolina desde un surtidor a un depósito de reserva del que ahora comenzareis a consumir. Ahora encontraréis sentido a aquella oración que os pareció tan cursi. Ahora os gustaría tener cerca a un animador para pedirle consejo. Ahora os apetecerá parar un día a la semana al menos durante una hora para pensar sobre el camino que debe tomar vuestra vida.
Pues hacedlo! Parad, analizad cualquier situación o suceso que os conmueva, buscad luz sobre ello y lanzaos a resolver cualquier problema siempre con la seguridad de tener una base como esta, como la que os ha dado el colegio.
Voy a ir terminando y por ello quiero concretar, que básicamente va a ser corregirme:
1- Esto no es una meta. Es una etapa, como si fuera ciclismo, y ahora comienza la montaña.
2- No siempre vais a tener compañeros pero tendréis su recuerdo.
3- No guardéis rencor a nadie de los que dejáis atrás. Ni a ese profesor que “os tenía manía”. Quien a ti te ha parecido un dictador seguramente hacía lo que hacía por tu único bien.
4- La alegría tiene que tener una razón para no ser tontería. Buscad las razones para la alegría en todo. No simplemente “os sintáis alegres”.
5- Vigilad lo momentos adversos... pero más aun los propicios. Sed cautos en cualquier decisión aunque parezca beneficiosa.
6- El mundo profesional no es una selva. Lo hacemos peor que una selva, pero siempre tendrás referentes válidos que podrán echarte una mano.
7- Recordad donde aprendisteis cada cosa. Una frase en inglés que os enseñara don Terencio o Jose puede ser la que os abra muchas puertas.
8- Aprovechad el tiempo. Carpe diem, que decían los antiguos. Pero esto quiere decir que hay un tiempo para cada cosa: estudiad, divertios, trabajad... todo en su justa medida.
9- No tengáis miedo a volver aquí. A aprovechar una tarde para dar un paseo por la zona del patio que más frecuentabas, hablar con el profesor o profesora con el que tenías mejor feeling. Será como cargar de nuevo las pilas.
Y 10- Y cuando todo falle.Cuando nada de lo de arriba valga de nada... si os llega ese momento. Acordaos de ella. María Auxiliadora os dará el consuelo que necesitais. Y si no la necesitais... pues nada... a darle las gracias.
Hablando de dar las gracias: os doy yo las gracias a vosotros por haber soportado este speech. Ahora pienso que no sé bien por qué me han elegido a mi para este acto. Voy a ver si llamo a mi amigo David y charlamos un rato. Un abrazo!