jueves, 15 de julio de 2010

We are the Champiñones


Ya han pasado unos días. Ya se han callado las vuvucelas, se han caido al suelo los papelillos dorados y Manolo Escobar está en su casa agradeciéndole a Dios que el conato de manteo no le produjera ninguna lesión irreversible. Ya terminó el Campeonato del Mundo de Fútbol con nuestra selección, España, la Furia Roja, como campeona.

Del Bosque



Todos se apuntan al carro ganador y pregonan su confianza en el el equipo de Del Bosque (y en el propio entrenador salmantino) desde el principio, a pesar de la derrota ante Suiza. Pero hay que recordar que a muchos las cuentas no le salían: Chile es muy fuerte, como no goleemos a Honduras... Todo pasó y ahora esos mismos son los que aplauden a Vicente, quitan y ponen jugadores y difaman mitos del fútbol nacional, todo ello para tapar su tremendo error: nunca confiaron en Del Bosque ni en esta selección y ahora les duele.

A Vicente del Bosque hay que agradecerle que nos devolviera a los Campeones de Europa y los convirtiera en Campeones del Mundo. Que, a pesar de las dudas del primer partido, retomara el modelo de Luis y que realizara los casmbios oportunos en los momentos precisos. Este Campeonato pudo suponer una decepción para todo el mundo si es que el modelo de bandas, el del triple centro del campo, el de los balones bombeados y no el del gusto por el toque se hubiera impuesto en la cabeza de Vicente. Es decir, si su personalidad hubiera sobresalido por encima del poso de Luis. Dicen que Vicente del Bosque es una persona modesta, humilde, nada orgullosa. Y sin duda debe serlo porque después de ese tropezón ante Suiza volvió a seguir los caminos trazados por el anterior seleccionador y pudimos ver a la mejor selección del Mundo, cuando enfrente hubo un equipo que quiso jugar, la segunda parte contra Portugal y, sobre todo, la semifinal frente a la Alemania de Löw. Tampoco hubo mucho más en la Eurocopa, o si no recordad el partido contra Suecia.

Jugadores



Hambre de títulos, hambre de España. Eso es lo que han demostrado esta joven generación de jugadores que está llamada a darnos nuevas alegrías. Y, por encima de lo demás, una desfachatez absoluta a la hora de enfrentarse al fatum español. Siempre diré que la selección tiene de siempre directiva vikinga, jugadores culés y espíritu atlético. Y lo ha demostrado hasta la extenuación en este Mundial.

Y digo jugadores culés, que no únicamente catalanes. Iniesta es de Albacete, Villa asturiano, ya lo sabéis todos. No jugarían, por tanto en una hipotética selección catalana. Pero es más: aunque los once fueran biznietos de Tarradellas, tampoco pasaría nada: son españoles, y también catalanes, como hay andaluces, canarios, vascos...

Torres

Siempre es bueno que haya niños para echarles las culpas. Fernando ha sido la cabeza de turco, el blanco donde posar todas las miradas de la prensa de cara a conseguir la tranquilidad para el resto. Este ha sido un papel habitualmente asumido por el seleccionador (Clemente, Camacho o el propio Aragonés, mantenían acaloradas disputas con lo medios, mientras se elogiaba a sus jugadores), aunque en este caso, por la personalidad de Vicente, era muy difícil que así sucediera. Torres dio un paso adelante asumió el rol de ser el culpable de todo (aunque, curiosamente, él no había salido de inicio) y lo mantuvo durante todo el Torneo, aunque tuvo que aguantar hasta que jugadores demasiado regados de sí mismo no quisieran ni pasarle el balón cuando tenía una ocasión clara de gol, sabedor ese jugador, que si Torres marcaba sería titular en la final.

Torres ha dado lecciones dentro y fuera del campo. Cuando Villa estuvo solo como 9 decidió incrustrarse entre los centrales y desde allí "palomear" algún balón. Navas, Pedrito, Silva... ninguno supone tanto peligro como Torres para los entrenadores rivales. Y así lo demostraban haciendo que sus centrales basculasen según lo hacía el jugador del Liverpool. Torres secaba a los defensas, aunque (no es necesaria la puntualización, pero alguno estará esperando que la haga) no ha estado bien, le faltaba un puntito de su chispa. Sin ella es mejor que la mayoría de los delanteros españoles al 110% y con ella nos hubieramos salido, sin duda.

Además Torres volvió a enseñar al mundo del fútbol lo que es la fidelidad, lo que es un sentimiento que sólo puede llevar un único adjetivo: atlético. Envuelto en una bandera de España con el escudo del Atlético de Madrid recorrió El Niño las calles de su ciudad. En Liverpool entendían el gesto. Sobre todo porque en su brazo había cuatro letras que allí significan mucho: YNWA (You'll Never Walk Alone) y además porque tenían las fotos de The Kid sujetando la Copa del Mundo en el vestuario con la bufanda del equipo de Anfield. Esas cosas en Inglaterra, patria del fútbol y de muchos de sus ritos, se valoran especialmente.

Holanda

Ya se ha hablado mucho de la inusual violencia empleada por el conjunto naranja de los Países Bajos. Un naranja que a ratos parecía el que llevan los terroristas de Guantánamo y en otros el de los monjes shaolín. Holanda sabía que solo así, tal y como nos jugó Paraguay, podía poner en apuros a la Selección Española. Y en apuros los puso. Decía Linneker aquello tan manido de que "el fútbol lo inventaron los ingleses para que lo ganasen los alemanes". Habría que cambiarlo por "el fútbol lo inventaron los ingleses para que a la final llegasen siempre los italianos", porque sería Holanda en el nombre y los colores pero parecía que había vuelto la Italia de Baressi o la de Tassotti o la de Materazzi".

Afortunadamente todo fue bien (menos para el pecho de Xabi Alonso y las espinillas de la mayoría de jugadores españoles) y esta Holanda ramplona, violenta, sin recursos, tan alejada de la de Cruyff y Neskens, y de la de Van Vasten y Gullit, se tuvo que conformar con ser recibida otra vez (y van tres) como subcampeona.


Que viva España

Y que viva durante mucho tiempo porque esta selección todavía tiene recorrido. porque aunque Puyol se marche habrá un recambio esperando y cuando otro decida irse, lo lloraremos, pero habrá otro más. En dos años es la Eurocopa, y en cuatro a defender el título a Brasil. Ahora, a comprar la camiseta con la estrella, que se pone a la venta el lunes 19. Disfrutemos, somos campeones.

jueves, 8 de julio de 2010

Gracias España!

Es muy grande. Muy grande que un niño de cuatro años vibre, ría, grite, salte por los sofás y después te dé un abrazo y un beso diciendo: "Papi, hemos marcado!". Es muy grande que todo un país vibre, ría, grite, salte por los sofás y después se seque el sudor diciendo: "Joder, que bien hemos jugado!". Es muy grande.

Gracias, España. Gracias porque nuestra selección sigue dando lecciones dentro y fuera. Porque ganamos la final de la Eurocopa y las lecciones más importantes vinieron al día siguiente: un reserva (portero, para más señas) líder del equipo, el ídolo catalán gritado "Viva España", un indio subido en un autobús. Y eso que la lección futbolística había estado en el campo. Lección que el discípulo ha llevado a cabo hasta que se ha encontrado con el maestro. la Alemania de Löw olía a la legua a la España de la Eurocopa. Y el pequeño saltamontes ha reconocido, antes aún de comenzar el partido, que la empresa era demasia para él.

Alemania, que había tirado de juego y tiki taka, apostó desde el principio del partido por Gerd Müller más que por Ozil, por Seeler más que por Klose, por Breitner más que por Swenis... Sguains.... por el cuidador de cerdos. Y mira que aquellos equipos alemanes para la historia son los que considero imbatibles. Pero esos equipos solo pierden ante un concepción y filosofía del juego netamente española: tener la puta bola.

Esta Alemania es un equipo joven que se mira en el espejo de La Masia y eso puede ser una combinación letal, pero de momento el de Löw es un equipo que no tiene personalidad propia. ni es la Alemania de toda la vida ni es España. Es joven, como digo, y seguro que llegará a lo más alto, pero de momento en lo más alto están unos cuantos bajitos, con poca furia (ni falta que les hace) pero con una forma de tocar el balón que enamoró en la Eurocopa y hoy ha vuelto a enamorar al mundo entero. Y encima con un golazo de un jugador que ha tenido que luchar todos y cada uno de los logros de su carrera, al que nadie ha regalado nada, un hombre de club, un jugador modesto en su reconocimiento pero inmenso en su categoría. Y dice Löw que no hay ningún pero, que ha perdido frente al mejor equipo del mundo. Lo más grande.

El enano duerme sin saber que el día de mañana recordará la noche en la que le ganamos (una vez más) a Alemania... pase lo que pase el domingo. Gracias España!