Ya han debido comenzar. Las pegadas de carteles se suceden por todas las ciudades del territorio nacional. El gasto, tremendo. La suciedad, insuperable. Y la tontería, supina. ¿A quien le importa lo que ponga en un cartel? ¿Alguien va a cambiar su voto porque le pongan en la puerta de casa el careto del político de turno? Esto me recuerda claramente a los mítines.¿Para qué o, mejor dicho, para quién se organizan estos espectáculos dignos de cualquier grupo de Rock? ¿Algún indeciso se atreve a ir a un mitin para dejarse convencer? ¿Hay quien mantiene la más mínima duda sobre la intención de voto de los que están dentro?
Hoy comienzan 15 días de campaña. Y ya está bien de campaña, hombre. Con el sueldo que ganan los políticos y el pastizal que manejan los partidos ya podían haber dejado en la tienda la campaña y haberse comprado una roulotte.
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