sábado, 22 de abril de 2006

Volver

Cada hombre tiene lo que se merece. Aunque esta máxima no cumpla con el requisito de ser siempre cierta, en el caso de Pedro Almodovar no puede ajustarse más a la realidad. Para el director manchego es habitual crear expectación con sus peliculas sin necesidad de promociones aparatosas o apoyos intelectualoides. Y se lo ha ganado a pulso, con una sucesión de trabajos rematados tan magistralmente como remata un armario un buen ebanista: puliendo, quitando astillas, barnizando...

Volver es una pelicula de las de caoba: la calidad más alta en la interpretación, los adornos apropiados y un toque personal capaz de librarnos del marasmo de artesanos del tedio que impera en el cine español para ofrecernos una obra artística tan trascendente y reflexiva como cercana y cotidiana.

La noticia de un deceso, llorado y esperado, es la excusa ideal para diversificar tramas y desarrollar personajes ricos, repletos de humanidad, rebosantes de vida y energía. Tan sólo Penelope Cruz podría situarse un escalón por debajo de Lola Dueñas, Blanca Portillo o Carmen Maura, aunque Almodovar sabe darle a Raimunda (su personaje en la película) el justo tono y la justa importancia como para que no se noten las carencias interpretativas de la madrileña.

El ambiente de pueblo, el culto a la muerte provocado por el miedo, los besos de las tías y abuelas, los porros de Agustina, los planos en el restaurante a lo Bigas Luna, las clientas de la peluquería ilegal, las gafas de Chus Lampreave, la trama lúdicamente previsible, el toque a lo realismo mágico sudamericano, la angustia del momento telebasura... Todos son detalles por los que este film será recordado. Pero sobre cada uno de ellos se sitúa el hecho de que es un tratado de almodovarmanía en grado sumo: todas las películas de Pedro tienen su reflejo en esta. Y Almodovar está más contenido que nunca. Normal que tenga lo que se merece: un aplauso eterno de todos menos de sus más envidiosos compañeros.

martes, 4 de abril de 2006

La Federación

Decía el Maestro García que decir que ha pasado desapercidibido es lo mejor que se puede decir de un árbitro. Es una bonita frase, una verdad como un puño y además una forma como cualquier otra de justificar (otra vez y después de un año) la ausencia de nuevos artículos en este blog de opiniones personales.

Se ha decidido en la Comisión de Murgas escoger el sistema de Federación, como modelo organizativo de las murgas. Se desechan así otras iniciativas como la Federación de Murgueros, la Fundación del Carnaval o continuar en una Comisión Asamblearia. En principio no es mala idea que nos organicemos... y ya sería de nota si se tuvieran claros los objetivos los fines.

¿Tienen las murgas claros los objetivos? A preguntas de varios interesados, los promotores del proyecto de la Federación de Murgas no se ponían de acuerdo:

- Ir todos en un mismo barco,
- Organizar y gestionar el concurso,
- Cambiar el jurado,
- Exigir financiación para las murgas,
- Objetivos amplios para que quepa todo (vivir el carnaval, velar por el concurso...)

Parece que se empieza la casa por el tejado. Aceptar agruparse cada murga como Asociación Cultural sin ánimo de lucro y después organizarse con el resto de las murgas en una Federación sin que los fines estén definidos, a ciegas, es, cuando menos, aventurado.

Montarse todos en un barco... pero, ¿en que barco? ¿Dónde va el barco? ¿Tiene medidas de seguridad o hace más aguas que el manantial de Los Riscos? ¿De quien es el barco? Si el barco va a Puerto Real y una murga quiere quedarse en Lisboa ¿pasará el barco por la capital lusa o esa murga tendrá que joderse sin visitar la Plaça do Mercado? "Lo que decida la mayoría". Ni una sola intención de consenso.

Nace esta Federación, además, con un carácter de confrontación superlativa: "Si el Ayuntamiento no acepta lo que queremos no salimos", "si las televisiones no pagan no se transmite el concurso". Ni una sola palabra de negociación.

Aun así se pide la participación de todos. Se pregunta si los que faltan han decidido lo que han decidido ya, por lo visto, 16 murgas. "Y los que se queden fuera no tendrán oficialidad". Ni una sola muestra de carácter integrador.

Cualquier moviento asociativo tiene que tener como bandera, como lo tuvo la FALCAP en su creación, el consenso frente a las mayorías, la negociación frente a la confrontación y el carácter integrador en contra del excluyente. Es entonces cuando pasará de buena idea a realidad.