domingo, 5 de enero de 2014

Exceso de celo... y de sapiencia

Mezcla de sentimientos en la vuelta a casa tras una cabalgata que ha sido realmente genial. La culpa la tuvo un agente de la Policía Local que, supongo superado por los nervios y el trabajo de un día como el de hoy, se extralimitó en sus funciones, entre las que no están juzgar ningún hecho.

Pero me explico detenidamente. Salimos con toda la familia en la Touran del Parking San Atón sabiendo que el regreso a casa no iba a ser ni corto ni fácil, pues había mucha gente y mucho vehículos en las calles que estaban todavía, la mayoría cortadas, aunque poco a poco se iban abriendo algunas al tráfico. Ello nos obligó a dar un rodeo que nos llevó a Ramón y Cajal. Aprovechando esta circunstancia, pasé por la Calle Pablo Julio Martínez, como suelo hacer cada vez que tengo oportunidad (por motivos que muchos comprenderéis). Al proseguir por la Avenida de Huelva descubrimos que un vehículo de la policía cerraba el acceso a la Avenida Villanueva. Los coches que me precedían de lejos giraban por la calle Antonio Ayuso, mientras que el inmediatamente anterior a mí dio la vuelta atravesando el bulevar, lo que yo imité con idea de comprobar si la Avenida de Europa y Fernando Calzadilla ya estaban transitables. El coche que iba de lante mía atravesó la Avenida para continuar por la Calle La Bomba y yo, tras unos momentos de duda, me lancé por la Avenida de Europa con la idea de girar en la Plaza de la Constitución si es que no era posible continuar hacia adelante, puesto que intuía las luces de otro vehículo policial tras la fuente.

Me estaba ya acercando al citado cruce en la Plaza de la Constitución cuando un Policía Local se vino hacia mi, cerrándome de frente el paso con la moto y con todas las sirenas encendidas.

- Buenas noches! No se puede tirar por aquí? - le dije bajando la ventanilla.
- De donde vienes tu? - me preguntó violentamente.
- De la Calle La Bomba...
- Tenias el coche aparcado allí?
- No, es que he ido siguiendo los desvíos hasta...
- ... hasta que has quitado la valla! - me interrumpió alzando la voz.
- No, yo no he quitado ninguna valla - dije sorprendido. - No había ninguna valla.
- Si, hombre! La has quitado porque eres el primer coche que pasa por aquí.
- Mire, que necesidad tengo yo de ponerme a quitar vallas?
- Mira, date la vuelta y no vuelvas a quitar ninguna valla!

Obedecí y cuando estaba dando la vuelta le dije:

- Que sepa usted que no he quitado ninguna valla.

Él me miró e hizo ademán de descabalgarse de la moto.

- A que todavía te denuncio! - me dijo con ensayado tono de perdonavidas.
- No me amenaces! - repliqué. - No me amenaces y menos delante de los niños!
- Ya está! Échate a un lado y espera ahí hasta que yo vaya! - me dijo ya en pie.

De nuevo hice lo que me dijo y con paciencia esperé dentro del coche mientras mis hijos preguntaban en el asiento de atrás "Que pasa, Papá? Que pasa?". Ya, al buen señor le dio por acercarse a mi ventanilla:

- Mira no te voy a poner la denuncia por la noche que es...
- Y porque no hay de qué denunciarme, caballero. - le interrumpí yo. - No he quitado ni esquivado ninguna valla. He llegado aquí sin desobeceder ni una sola señal, no sé como podría denunciarme...
- Si has quitado un valla y punto, porque yo estoy allí y salvo tu no ha pasado ningún coche!

A todo esto ya eran tres o cuatro los coches que habían subido por la Avenida de Europa mientras hablábamos y otros tantos los que la habían atravesado en dirección a la Plaza del Pilar.

- Mire, caballero. Usted me denuncia y luego ya veremos quien puede demostrar la verdad. Yo he salido de Ramón y Cajal por la Calle Pablo Julio Martínez...
- Esa calle no existe! - me interrumpió, de nuevo, gritando.
- Si existe! - le dije airado.
- Pues se llamaría así antiguamente! - me respondió. Ante esto, yo ya no sabía que hacer. Los nervios me estaban haciendo mella y yo lo que quería era salir de allí, con la denuncia si era necesario, sabedor de que no era culpable de nada.
- Mire, esa calle existe y la conozco muy bien. Si quiere denunciarme, denuncieme ya de una vez!
- Jose, déjalo ya! Por favor! - me dijo mi mujer.
- Hazle caso a tu mujer y vete ya - me dijo el policía, supongo que buscando una salida al berenjenal en el que se había metido.

Por la noche que era y por no poner más nerviosos a los niños arranqué el coche y nos fuimos mientras veía por el retrovisor como otro coche pasaba por el mismo sitio donde yo había dado la vuelta sin que este agente le dijera nada.

Insisto, comprendo que para él habrá sido una noche de nervios. Por lo que pude entender había abandonado su puesto y alguien había quitado alguna valla y se le estaban colando los coches. No sé, esto son suposiciones. Pero el susto no nos lo quita nadie, sobre todo a los niños, y el disgusto en una noche que debería ser de alegría e ilusión.

Por el respeto que le tengo a la Policía Local de Badajoz, en la que tengo buenos amigos y de la que conozco la importante labor que realizan me gustaría que se me respondiera si estos son métodos habituales, si este agente podría acusarme de algo, si deben los agentes conocer el nombre de las calles de su ciudad, si es normal que se hable de tu y en ese tono a los ciudadanos que pagamos con nuestros impuestos sus sueldos. Se trata de preguntas retóricas. Sé que no es así y que este habrá sido un caso aislado. aun así me gustaría una disculpa, si no es de este agente en particular, de algún responsable.

Ah! Y si es verdad que debo ser denunciado sin haber hecho absolutamente nada, estaré encantado de recibir la denuncia. Soy José Luis Lorido García. El resto de datos, a través de correo electrónico.

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