En Badajoz Baltasar es apellido. Al Rey Mago negro todos lo llaman por su nombre: Jorge. Y que nadie le hable de ayudantes. Él no los quiere. Se basta y se sobra para repartir ilusión y caramelos en la cabalgata y en San Francisco. Siempre es el último que sube. Siempre resuenan en la Plaza los bellos y engolados timbres de Emilio González Barroso llamándolo: "Se ruega no entretengan más al Rey Baltasar y le permitan acceder hasta el Templete". Y en el rostro de Jorge Baltasar Mendoza destacan sus dientes, dientes... que es lo que les gusta. Y luego se desatan las risas cuando manda a la cama a los niños. y cuando les dice que les dejen un polvoroncito y una copita de anís. "Bueno, anís no, que estaremos trabajando", siempre se corrige. Pero él ya lo ha soltado... por si alguien pica. Y se marcha a repartir regalos. Y al día siguiente echa unas tapas. Y es que Baltasar no lleva pintura aunque el betún le sobra. Baltasar.
Melchor y Gaspar son más serios y, aunque parezcan mayores, más inexpertos en estas lides. Cosas de la magia en Badajoz. Es la misma magia que ha hecho que estos días de vísperas los mismos que hace poco propugnaban un estado laico (aconfesional es el que tenemos) y que son adalides de las corrientes republicanas (a las que yo podría sumarme, aunque no con la clase política que gastamos en España) quieran hacer de ayudantes de los Reyes Magos. Dicen que sus Majestades siempre hablan bien de la ciudad cuando suben al templete. La verdad es que no veo yo a Celestino apellidándose Baltasar y yendo a Artifes a comprar un bote de maquillaje color chocolate. Pero bueno, a lo mejor lo logra este milagro Pascual de la Epifanía. A lo mejor cuando en su partido vuelvan a apostar por atacar a los católicos son ellos los que alzan la voz contra el laicismo militante. Que os caigan muchas cosas.
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