Tengo cabreo todavía pero solo me vienen a la cabeza imágenes de héroes vencidos, heridos en el campo de batalla tras la traición de alguno de los suyos. Y es por eso que, lejos de negarles mi agradecimiento, clamo por la venganza contra quien ha consentido tan innoble infamia. Nuestro orgullo durante seis años ha sido aquella a la que Luis Aragonés bautizó infaustamente La Roja. Además del basket, el balonmano, Fernando Alonso o Nadal, siempre Nadal. Iker, Xavi, Torres, Villa, Iniesta. Los chistes de Reina. Los besos de Carbonero. La Selección Española de Fútbol. Gracias a una generación de futbolistas que nos enseñaron lo que no pudieron ni Santillana ni Julio Salinas. Ni Cardeñosa ni Butragueño. Ni Caminero ni Raúl.
Pero no significa que no haya que mirar atrás. Que si dos entrenadores de cierto prestigio no ponían a Casillas por algo sería. Que si el Barça ha terminado fundido esta temporada no podía ser la columna vertebral del equipo que defiende título. Que si el máximo goleador nacional ha marcado la mitad de esos goles gracias a los pases de un chaval que pide paso a voces, pongas a uno y al otro lo dejes en el banquillo. Que si vas a jugar con calor y humedad asfixiantes te vayas a entrenar a un clima como el de Burgos en el mes de enero. Que si tienes pidiendo paso a gente como Carvajal, Deulofeu o Suárez no quieras saber nada de ellos. Que si has ganado dos títulos con un estilo lo cambies drásticamente cuando más lo necesitas, aunque no sea el tuyo y lo hayas heredado.
Del Bosque, Hierro, Villar. Nos han hecho volver ocho años atrás. La misma incertidumbre, la misma ansiedad que espera una revolución. Prefiero las evoluciones que las revoluciones. No hay duda que hay material para volver a ser lo que este equipo ahora derrotado nos llevó algún día. Pero los homenajes había que haberlos hecho en alguna plaza, no en Brasil. Si los del equipo del futuro ya estuvieran jugando con España no hablaríamos de este o aquel equipo, hablaríamos de la Selección. Una pena que no esté Luis para enseñárselo.
jueves, 19 de junio de 2014
miércoles, 11 de junio de 2014
Consumismo
Esta tarde he ido a dar una vuelta a Leroy Merlín. Ayer se inauguró la nueva tienda de Badajoz y hoy media ciudad ha visitado las instalaciones. La macrosuperficie es impresionante. Todo de todo y en cantidad. Por allí he visto a manitas declarados, albañiles, fontaneros, futbolistas retirados, nietos, padres y abuelos. He visto al alcalde nunca electo de la Margen Derecha que venía de una reunión vecinal. Habían terminado la reunión y todos enfilaron a Leroy Merlín. He visto a un responsable de mantenimiento de Tesoros Piratas que me ha dicho que eso si que es un parque de ocio. Por él me he enterado de que el cemento está a la mitad de precio del más barato que venden en otros sitios. He visto un enorme pasillo únicamente para parabólicas. No era un homenaje a los 80s. Eran de última generación pero cada una de un tamaño. He visto los rollos de césped artificial con el que hicieron el Nuevo Viejo Vivero... y sobraba para el Estadio da Luz, el Calderón y Maracaná. He visto un muelle de carga que ríete tu del de la Estrella de la Muerte. He visto naves ardiendo más allá de Orión. Yo he comprado una persiana de bambú. Y tú?
*****
Ha subido Mónica por una razón incuestionable y me he quedado solo en la cocina. He estado un rato mirando el frigorífico y, tras beber un largo trago de agua, me he dado la vuelta y he abierto la patatas fritas... o lo que sean. Y ahí andaba yo, comiendo patatas Pringles como los Walking Dead comen cerebros, cuando, de repente me percaté de que aquello no eran Pringles. No tengo nada contra las marcas blancas. No me importa lo que un hombre haga para ganarse la vida, comprende? Pero este negocio me parece peligroso. Resulta que el cilindro en cuestión lo compré yo mismo en el Spar. Es igual que el de Pringles: rojo, letras llamativas, dibujito en medio... Pero no tiene al tío de los bigotes. Bueno y esto:
Resulta que estas pseudo patatas se fabrican en Malasia, con fécula de patata alemana. O sea, que una patata tarda en crecer lo que tarde en crecer una raíz, un agricultor teutón, un agricultón, la recoge, la manda a Malasia y allí unos productores malayos, unos productayos, hacen una pasta, le dan forma de pringle, la meten en un tubo de cartón y la manda de vuelta a Europa para que llegue al Spar de Manuel Saldaña. Cuanto tarda esto? Las patatas viajan en avión? Uf, me da escalofríos pensarlo. Me he acabado el bote. Mañana compro Nevado. Por cierto, la razón incuestionable ha dejado de llorar. Vamos a seguir viendo Masterchef.
miércoles, 4 de junio de 2014
No es un día normal
No es un día normal. No suena el despertador. Nadie en la radio manda levantarse a los camastrones porque la radio no se ha encendido. Hoy le ha despertado la claridad del sol y el ruido que entra por la ventana entreabierta. No es un día normal, no. Es el primer día del resto de su vida... y va a disfrutarla.
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