Artículo publicado originalmente en Iglesia en Camino, el 17/06/2012
El pasado día 4 de Junio, en una clínica de San Petersburgo, moría Eduard Anatolyevich Jil, cantante ruso, natural de Smolenko, conocido por su trasliteración al inglés, Edward Khil. Rara vez hemos tenido la oportunidad de disfrutar de las estrellas de la canción rusas, más allá de los Coros de Remeros del Volga, algún que otro éxito en Eurovisión y, últimamente, los grupos de chicas. Pero el caso de Jil (o Khil) es especial. Durante años no pasó de ser una celebridad local en la Unión Soviética (que ya es decir, con un público potencial de más de 250 millones de personas), afecto al régimen (tampoco había más posibilidades) y que se distinguía por éxitos populares interpretados con su profunda voz de barítono. Una vez abandonada la carrera musical propiamente dicha se dedicó a la enseñanza en la Academia Teatral de San Petersburgo, aunque en los 90 regresó al mundo del espectáculo en cafes y pequeños escenarios.
Pero a Eduard la fama mundial le sorprendería en 2010, con la publicación en YouTube por parte de algún admirador de una vieja canción interpretada en la televisión estatal rusa en 1976. La canción en cuestion llevaba el sugerente título de Me siento feliz, estoy volviendo a casa y había sido compuesta por Arkady Ostrovsky en música y letra. Y precisamente con esto último llegó el problema. La canción hablaba de un cowboy que volvía a su rancho en Kentucky tras semanas conduciendo ganado por las praderas. El vaquero imaginaba como sería el reencuentro con su amada, el descanso con su familia y el calor del hogar tras su llegada. Al comisario político de turno en la televisión rusa no debió parecerle correcta esa letra para los oídos de los soviéticos de la era Brezhnev con lo que se fueron quitando y quitando párrafos y sustituyéndolos por juegos vocales hasta que la canción quedó unicamente de esa manera: sin letra alguna y con la expresividad de Khil como única manera para conectar con la audiencia.
En unos pocos días el video se convirtió en uno de los más visitados de la red y el más compartido en las redes sociales. A Eduard se le bautizó como el señor Trololó (onomatopeya de los juegos vocales que realizaba el intérprete) y cómicos de todo el mundo le parodiaron. Khil volvió a realizar grandes actuaciones, fue requerido por programas de todo el mundo y alcanzó aún más fama que en los años en los que fue nombrado Artista del Pueblo de la URSS, tan solo superado quizás por Muslim Magomayev, la gran voz de Rusia, denominado el Sinatra soviético. Una prueba más del poder de internet que un servidor quería compartir con ustedes. Si no han visto nunca a Khil en acción, reproduzcan el vídeo adjunto y prearense a disfrutar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario