domingo, 14 de noviembre de 2010

Un adios Austrohúngaro

El Verdugo no distingue entre Moros y Cristianos y aunque hubiéramos preferido Los Jueves, Milagro ahora ya reposa tranquilo, libre de todo, Plácido. Un maestro de Tamaño Natural que no quiso darse un Paseo por una Guerra Antigua mas que para mostrarnos las hilarantes cornadas de La Vaquilla. Un carácter que nos perseguiría empuñando La Escopeta Naconal o nos hubiera mandado a Todos a la Carcel o que nos hubiera tirado Tres Cantos de enterarse de estos homenajes y halagos. El Circo mediático de nuestro país cuando alguien fallece organizado por Las Pirañas de siempre. Y aunque con María Jesús, su esposa, junto a la que un día sus amigos gritaron ¡Vivan Los Novios!, formaba Esa Pareja Feliz, no dejaba de ser un Novio a la vista para cualquier proyecto cinematográfico, a pesar de sus 89 años. Un verdadero Patrimonio Nacional que ha recorrido un camino más largo que la Nacional III, más largo aún que París, Tombuctú para llegar a un lugar que para él habrá sido muy parecido a Calabuch, donde un anciano de barba blanca, lo mismo que él, le habrá dicho Bienvenido, Mr. Berlanga.

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