Comienzo la tercera semana de mi nueva vida. Comienzo la semana con el Iphone. No, no exagero: ha supuesto una nueva forma de entender la conectividad, una nueva forma de aceptar el pago por los contenidos digitales, una nueva forma de fotografiar mi alrededor, una nueva forma de comunicarme... una nueva vida.
Lo primero que me sorprendió del Iphone es que las llamadas son lo de menos. Parece que Steve Jobs ha decidido suprimir las conversaciones por voz: whatsapp, skype, sms y, por supuesto, la videoconferencia. Pero las llamadas están ahí, en una esquina, como el icono del teléfono. Esto no es una crítica, todo lo contrario. La empresa de la manzana parece estar preparando algo muy gordo que estaría precedido por este desprecio a las llamadas. ¿Satélites propios para videollamadas? ¿Un nuevo concepto de la llamada telefónica? Ya veremos.
En cuanto a las aplicaciones también me sorprendió el bajo precio de la mayoría de ellas. Alrededor del euro puedes encontrar aplicaciones para todo y para todos. Comprendo que para bajarse el tom tom, por ejemplo, la gente le meta el crack al bichino, pero yo de momento no lo necesito. En estas tres semanas me he bajado cientos de aplicaciones gratuitas y tan solo tres o cuatro de pago (excluyendo las partes una y dos del Monkey Island, que ha sido un gasto cercano a lo romántico). Tengo de todo: editores de fotos, distintas cámaras, navegadores, utilidades del sistema, juegos... No digo yo que un día de estos le pegue en toda la frente a las actualizaciones pero, de momento, no lo veo necesario.
La pantalla, la multitarea, la cámara, el procesador... creo que todo es cercano a lo perfecto. Y no digo inmejorabe. En su día consideraba mi Nokia 3310 cercano a lo perfecto, pero el progreso lo dejó donde está: guardado en un cajón.
Otra cosa: no he probado android, no he tenido blackberries, por eso no es que intente comparar. Esta es mi experiencia con el cacharro de Jobs... aunque sea de dos semanas.
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