domingo, 19 de septiembre de 2010

Aprendiendo a ser atlético



Llegó el momento. Tal y como nos mostró un spot televisivo, las preguntas de los niños atléticos pueden ser las más profundas de todas las preguntas que jamás haya hecho un niño. La de hoy ha sido buena: Papá, ¿por qué animan si vamos perdiendo?

Ha sido un momento que no por esperado me ha dejado de emocionar. Efectivamente, el Nano se enamoró del atléti de pequeñito, sobre todo por el llamativo rojo de la equipación que le regaló su tía en contraposición a la blanca soledad que le compró su abuelo materno. Pero su amor por el atléti no había llegado más allá de disfrutar de los triunfos, porque para él las derrotas no existían. El cúlmen llegaba antes del verano con el título europeo y el pasado 27 de agosto con el doblete. Éxitos directamente proporcionales a su interés por el fútbol, normal que disfrutara.

Hoy hemos ido a ver su primer partido de liga en un bar. ha sido en El Cordobés de Las Vaguadas porque el pasado sábado le expliqué para qué servía la pantalla instalada en su comedor. Corría el minuto 13 de partido y Messi nos daba un bofetón en todos los morros con forma de gol. El Atléti estaba jugando más y mejor pero dos despistes consecutivos ponían el 0-1.

El Frente comenzó casi inmediatamente a cantar el himno y, cuando subió el volumen de la grada, el Nano me mira, y me hace la pregunta arriba reseñada. Se me pasó por la cabeza "Este es el momento, te voy a enseñar unas de las lecciones más importantes de tu vida". Y, echándole la brazo por encima, le dije la verdad: "Porque eso es lo que nos diferencia de los demás. Juanjo, el Atléti no es mejor que los demás, no somos los que marcamos más goles, tampoco los que más títulos tenemos. pero somos los que más animamos a nuestros jugadores... y cuando van perdiendo, más fuerte todavía". Él me miró, hincó la barbilla en sus brazos cruzados sobre la mesa y empezó, bajito: "Atléeeeti, atléeeeti, atlético de Madrid...!". No puedo esconder que un escalofrío me recorrió la columna vertebral, tan fuerte que me impidió atender más al partido. Solo me he dado cuenta de dos cosas: que nos han robado dos penaltis (por lo menos) y que tenemos un porterazo de escándalo.

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