Dice Antonia que las obras de Paso huelen a naftalina. A un servidor, metido en la treintena, pero que no conoció esas obras durante su éxito en cartel como muchos de los que asisten a las representaciones en el Auditorio Ricardo Carapeto, le gusta bastante disfrutar de las obras de nuestro Festival de Teatro y Danza Contemporaneos, pero también admiro a los maestros del teatro comercial de la postguerra. Alfonso Paso, Muñoz Seca, Jardiel Poncela o Miguel Mihura. Seguro que sus obras no serán lectura obligada en educación para la ciudadanía pero uno se ríe bastante viendo a un toro por si mismo apuntilado en La Venganza de Don Mendo o a Cuatro corazones con freno y marcha atrás. Y sin tener que recurrir a las palabras soeces y las blasfemias como las obras que propone la señora Anguita y sus compañeros de la progresía supuestamente intelectual y pseudochovinista extremeña encabezados por el que fuera Consejero de Cultura y hoy portavoz del grupo municipal socialista, Paquito Múñoz.
Anteponer los pricipios políticos a la hora de calificar a obras y autores es transitar por el terreno fangoso y ya bastante trillado en nuestro país de la descalificación y los prejuicios. Y ese camino solo lleva a sucesos repudiables como los que terminaron con la muerte de Lorca o Muñoz Seca. Y es que, a fin de cuentas, señora Anguita, Para ser moral basta proponérselo; para ser inmoral hay que poseer condiciones especiales (Jardiel Poncela dixit).
Anteponer los pricipios políticos a la hora de calificar a obras y autores es transitar por el terreno fangoso y ya bastante trillado en nuestro país de la descalificación y los prejuicios. Y ese camino solo lleva a sucesos repudiables como los que terminaron con la muerte de Lorca o Muñoz Seca. Y es que, a fin de cuentas, señora Anguita, Para ser moral basta proponérselo; para ser inmoral hay que poseer condiciones especiales (Jardiel Poncela dixit).
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