Malditas palabras

Decía Wittgenstein que los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo. Y hay quien ha decidido que su mundo tenga nuevos límites. Si las palabras no representan fielmente su manera de pensar tienen dos opciones: o añaden adjetivos, o directamente las utilizan torticeramente. Así escuchamos hablar de "República Popular", "Democracia Real", "Terrorismo financiero"... se habla de "exiliados" para referirse a emigrantes, de "humor negro" para referirse al racismo más zafio, "feminismo" para el insulto y la blasfemia... Hubo otro austriaco como Wittgenstein. Aquel no era filósofo, no propugnaba la lógica, no apostaba por el silencio. Aquel ponía adjetivos como se hace ahora para hablar de "espacio vital", "nacional socialissmo" o "solución final". El populismo es el mismo.

Lo hispano marcha

Que el primer ministro de Francia se llame Manolo. Que la alcaldesa de París tenga acento de Cádiz. Que uno de los mejor colocados para ser Presidente de los Estados Unidos se llame Ted Cruz. Que lo hispano está en marcha es innegable... salvo en España. Paradojas de la vida. Tonterías españolas.

Herrera, Carlos

Señoras, señores... me alegro! Arriba, camastrones! Er Chersi, quien es er Chersi? Subir los impuestos! A los caballos, que vienen los indios! Los fósforos. De costero a costero. No soy yo muy de Feria. Casualmente nos hemos encontrado con unas carretas. Herrera, Carlos. Pues lo mismo, pero ahora al ladito.

Alas para los Ángeles

No son tiempos demasiado boyantes en cuanto ejemplaridad moral, precisamente. Pero, si hacemos caso a Clarence, cada vez hay más ángelitos que consiguen sus alas. Whatsapp, twitter, etiquetado en Facebook, mencionado en Google+, la alerta de las noticias de Cope.es, la de Atleticoinómanos, la alarma de las seis y media, el recordatorio de las diez... Alas y alas para los Ángeles.