Robin Williams protagonizaba en 1999 un largometraje basado en un relato corto del genio de la ciencia ficción Isaac Asimov en el que el malogrado actor interpretaba a un robot al que se le iban acoplando partes biónicas hasta convertirse en un ser humano. Era una deliciosa historia en la que se narraba la búsqueda del amor y de la propia identidad. Una doble búsqueda que bien podría estructurar la película de la vida de David Gascón “Copito”, quien el pasado fin de semana marcaba el gol número 100 con el CD Badajoz, entrando así por la puerta grande de la pequeña gran historia del fútbol pacense.
Copito nació en Madrid, pero se con dos años se trasladó (o mejor dicho, lo trasladaron) a Torre de Miguel Sesmero. Ahí comenzó la relación amorosa con el balón y con el gol. Fue canterazo del Guadalupe, del San Roque y del Mérida, donde llegó a debutar con el primer equipo del extinto Club Polideportivo. Después militaría en Cacereño, Benidorm, Villarreal , Onda, Jerez, Getafe, Alcorcón, Tomelloso, Torrevieja, la Balona, Motril, Sangonera, Talavera, Villanovense y de nuevo Mérida en 2009. Y como Andrew Martin, el personaje interpretado por Williams, después de algunos problemas de salud, Copito buscaba sus orígenes en la capital pacense. El CD Badajoz SAD había desaparecido merced a las deudas de dirigentes anteriores y a pesar de los intentos bienintencionados, pero a la postre infructíferos, de Del Camino, Refolio, Guerrero, Ambición Blanquinegra o Carlos Uriarte. De sus cenizas nacía el 1905 (ahora ya CD Badajoz a secas) y en ese proyecto creyó el torreño desde el primer momento. En la primera temporada en Primera Regional Copito anotaba 57 goles, siendo protagonista de numerosos reportajes por toda España puesto que batía el record anotador del megacrack Leo Messi y resultando clave para el ascenso. En Regional Preferente sumó otros 29 para
Copito es todo pundonor, técnica y oportunidad. Copito es capaz de marcar goles de cabeza, con la derecha, con la izquierda, con el cuerpo… Los augures habían previsto su declive para hace varias temporadas, pero David, con 36 años sigue conservando la sonrisa de un alevín cada vez que marca un gol. Ha marcado la centena y ya tiene en la cruz de su punto de mira convertirse, al igual que el androide de Asimov, en el Hombre Bicentenario. La diferencia es que este irá de blanquinegro.
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