jueves, 4 de noviembre de 2010

Marcando el precio de las cosas


Ahora que se habla tanto del céntimo sanitario, de los recortes en los sistemas de salud, de la negativa catalana a sufragar los medicamentos de los enfermos crónicos de otras comunidades hay una medida que me parece especialmente acertada, aunque muy escasa. Es la tomada por la sanidad madrileña que recientemente anunciaba que iba a incluir en sus comunicaciones con los pacientes, a manera de factura, el gasto realizado por cada actuación sobre ellos, desde la parte proporcional del sueldo del médico de atención primaria hasta todos los sobrevenidos con motivo de un transplante de organos.

Ya digo que me parece una medida fantástica pero que también pudiera ir más allá. ¿Por qué quedarnos en los gastos sanitarios? ¿Por qué no hacer lo mismo con todo lo que es sufragado con nuestros impuestos? Es decir, que cuando vayamos a un ministerio a solicitar cualquier tipo de documento, la funcionaria de turno nos informe de lo que cobra y de lo que le está costando al Estado mi gestión (fotocopias incluídas). Que la pareja de la Guardia Civil nos entregue, junto con la multa correspondiente, una facturita del gasto en gasolina de las motos, sus sueldos y, por descontado, el revelado de la foto del radar. Y también al pasear por un parque que podamos ver cuanto han costado cada una de las flores, cuanto cuesta el mantenimiento de los árboles, el sueldo de los jardineros, vigilantes, basureros...

Aunque todavía sería escasa la información. Quiero que en cada desfile de las Fuerzas Armadas se acompañe el paso de cada carro, cada lancha, cada TOA y cada avión con un letrerito con el coste del aparato y también el salario del militar que lo conduce. algo similar con cada uno de los soldados que desfilen, incluyendo el coste del fusil, pistola, medallas (si procede) y hasta lo que cuesta la cabra y el coñac de los legionarios.

Pero lo que más me ilusiona de estas medidas sería ver una sesión del Congreso de los Diputados con el sueldo de cada una de sus señorías. Y lo mismo en parlamentos autonómicos y en plenos municipales. Y señalando también el coste proporcional de las secretarias, equipos, gabinetes, comisiones y chambaos varios pagados con nuestro dinero. Aunque lo que de verdad me gustaría sería ver el gasto proporcional que supone para mi y mi familia el trapicheo, las corruptelas, los enchufes, los pagos bajo cuerda, los timos, las estafas, los cafelitos, los trajes, los cohechos, los pelotazos, las estorsiones y todas y cada una de las actividades a las que tanta afición tienen los próceres de la Patria. Aunque creo que en eso no se me dará el gusto. Eso sí, supongo que pronto me llegará una carta señalando puntillosamente cuanto costó mi último análisis de orina. Me callo ya, porque mezclar políticos y orina en el mismo párrafo no me parece buena idea.

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