Ya sabía yo que la Industria no iba a ser tan tonta como para dejar su supervivencia en las mafiosas manos de la SGAE. Afortunadamente algo está cambiando en la venta de discos... o, al menos, lo parece.
El autor de este blog llegó a tener un problema de adicción. Un problema que me obligaba a adquirir material una vez por semana, al menos. Tan fuerte era el "enganche" que ya me "ponía" simplemente al seleccionarlo. Mi droga era la música y hacía lo que todos los enganchados, comprar discos como si no costaran. Discos y discos. Sencillos, dobles, recopilatorios, nuevas mezclas, novedades, clásicos... Discos. Recuerdo, porque tampoco ha pasado tanto tiempo, como reservaba una tarde para pasarla en la Fnac siempre que tenía que ir a Madrid por motivos de trabajo, que era regularmente. Al Corte Inglés o a la Metralleta iba en cualquier momento pero para la Fnac tenía que ser una tarde entera: un par de horas escuchando discos en los auriculares de la tienda, otra horita para decidirme cuáles comprar y, por último, otro par de horitas en un bar cercano, con jarra y montao incluídos, desglosando cada uno de los cortes de la torre de CDs adquirida con el discman (si, amigos, existían discmans todavía y yo tenía uno).
En resumen, que me hice con una buena colección de música pagada íntegramente con el sudor de mi frente. Una colección que yo, a pesar de estar compuesta de datos grabados en inestables discos de plástico de mala calidad guardados en cajitas pequeñas,suponía hubiera tenido un cierto valor en el futuro de entonces que es el presente de ahora. Nada. Error. Failed. No vale un puñetero duro. Si todavía fuesen grabaciones analógicas en esa pequeña obra de ingeniería que es el microsurco, en vinilo y guardadas en cajas grandes, obras de arte de por sí, con sus letritas en el interior o, en el peor de los casos, con ese plástico finísimo que siempre se doblaba impidiendo al disco entrar. Si todavía fuesen LPs quedaría la posibilidad de los coleccionistas, pero en CD? Jajaja. Ni un puto duro.
Y no es que me esté pensando vender la colección de discos, que ya me quedaré con ella como el padre de Gila se quedó con la vaca, lo digo más bien por la mierda que nos han estado vendiendo durante dos décadas los camellos de la industria discográfica. "Yonkis de la música!! Aquí hay un formato con más calidad que los tradicionales!" Y vamos nosotros, pobrecitos adictos, y nos lo compramos sin rechistar, a un precio infinitamente superior y con contrapartidas infinitamente inferiores.
Pero, como decía al principio, parece que algo está cambiando. El otro día, despistado, pasé por un territorio prohibido para mi en los centros comerciales. Después del programa de reinserción, el director del mismo, el Doctor Emule, y su compañero, el Doctor Emepetrés, me prohibieron terminantemente pisar la zona de discos de cualquier centro comercial, no entrar en Tipo ni en Itaca (aunque en esta última rebajaran el álbum blanco de Beatles por debajo del PIB de Abu Dhabi) y, por supuesto, me obligaron a solicitar la baja en Discoplay. Bueno, pues andaba un servidor deambulando por Carrefour y pasé por delante de los discos. Satisfecho, comprobé como la visión de discos en sus cajas no tenía poder ya sobre mí. Pero como ni Alejandro Sanz ni El Canto del Pollo han sido nunca me han resultado peligrosos en mi proceso de desintoxicación (aunque algún CD de ellos anda por ahí), envalentonado por las sensaciones ,me fui a buscar alguno más rockero pero ¡Tate ahí! que encontré una nueva estratagema de los traficantes de las corcheas y pentagramas para volver a engancharnos: las cajas grandes. Preciosas, brillantes, discos "edición especial remasterizada" en atractivas cajas grandes, con cantidad de fotos, letras, artículos, dedicatorias y con una pegatina en el plástico envolvente "Incluye DVD"... tentador.
Sentí como una tremenda fuerza me llevaba a meter en el carro, junto al paquete de verbatim que había adquirido un ratito antes, el "Grandeséxitosrecopilacionespecialnosecuantosaniversario" de Mecano, el último de Sabina y hasta uno de Ricky Mariquín, que ahora esta muy de moda. Afortunadamente, en ese mismo momento recibí la llamada de mi psicólogo, Don Ipodnano Quintageneración, que quería comunicarse conmigo porque se había terminado el podcast de Duendeando. Dejé el Álbum edición especial de turno en su estantería y marché hacia la de los Gormiti, que todavía nos quedan dos para completar el Pueblo del Bosque.
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