martes, 25 de agosto de 2009

Sinvergüenzas

Un atraco hace apenas diez días, un robo en una pescadería, otro más reciente en un bar... Y lo que no conocemos porque ni siquiera llega a nuestro oídos. Cualquiera diría que estamos rodeados de sinvergüenzas.

Cierto es que desde que llevamos viviendo la parte más dura de la crisis, desde principios de año, asistimos ojipláticos a una cantidad alarmante de sucesos relacionados con robos, atracos, timos y estafas que nos pone los pelos de punta pero está de verdad en la manida crisis la razón de esta sinrazón, la causa de tanta y tanta sinvergonzonería?

Pues miren, creo que no. Y es que ni a usted ni a mí se nos ocurre eso. Ni se le ocurre a ninguna persona de bien liarse la manta a la cabeza y ponerse a atracar farmacias o a estafar y engañar para sacarse unas perrillas. Por mucho que agobien las letras del coche o por mucho qu la hipoteca llegue a asfixiarnos, aunque haya bajado el Euribor.

Para eso hay que tener otra pasta. Hay que haber nacido sinvergüenza... con todo lo que conlleva: mentiroso, estafador, traidor, envidioso, acaparador, ambicioso (de esa ambición mala que da la tiña). Y de esos parece que cada día hay más.

Ya sé lo que me a decir usted: sinvergüenzas los ha habido y los habrá siempre. No le quito la razón pero... no le parece que cada vez los tenemos más cerca?

Como nos contaba Don Justo que dijo Cicerón: Oh tempora, oh mores!

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