Lo sé. Y pido disculpas de antemano. Me pierden mis colores rojiblancos. No soy objetivo puesto que casi todo el mundo sabe que me ponen las rayas canallas de los colchones. Pero, ¿se puede ser objetivo hablando de sentimientos? Y en eso convertimos el fútbol. En sentimientos. Más allá de pagos por visión, canalpluses, concursos de acreedores y tramas organizadas de secuestradores el fútbol sigue siendo una cuestión de sentimientos y emociones. Solo así se explica que una inmensa mayoría que en cuestiones políticas, económicas y sociales solo son capaces de engrosar las listas de los llamados silenciosos podrían convertirse en marabunta ruidosa y antisistema en el caso de que se tocara al equipo de sus amores.
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