miércoles, 31 de diciembre de 2014

Yo me quedo abriendo puertas (en Forofos)

Hecho histórico. Muchas veces se califican como tal eventos que, de tan cotidianos, bien pudieran ser extraídos de un película del primo armenio de Lars Von Trier. A veces (siempre, decía alguien) se habla de un niño, de un viejo o de sí. Pero esta historia es difícil...

No es un hecho común que dos gobiernos enconados desde hace más de medio siglo comiencen a mirarse, aunque sea de soslayo, para hacerse carantoñas e intercambiarse presos como los novios adolescentes intercambian fluidos corporales. Y mucho menos cuando uno de esos gobiernos es una Dictadura Bananera al más puro estilo de Vázquez Figueroa, con su tirano yacente, su ladino hermano, sus jineteras y sus corifeos oriundos y extranjeros. Y todavía es mucho más infinitesimal la probabilidad de encontrarse ante un hecho de esta magnitud cuando en la otra parte se encuentra un Estado Democrático con la legitimidad de las urnas y la arrogancia de considerarse la salvaguardia de la libertad en el mundo entero, quizás porque la ha salvaguardado tantas veces que le da para ser arrogante.

Pero lo que de verdad que traspasa las fronteras de lo común es encontrarse un personaje como el Papa Francisco, capaz de denunciar enérgica y decididamente a los curas pederastas o de mediar en conflictos internacionales simplemente portando una Biblia. Por entre medias, se para en carreteras para saludar a los enfermos, llama a las monjitas para felicitarles la Navidad o instalar duchas para los homeless de Roma.

Bergoglio, como todavía insiste en llamarle algún medio, se propuso conseguir el sueño pendiente de San Juan Pablo II. Para el santo polaco,que ya había conseguido colaborar para echar abajo el telón de acero, Cuba era todo un reto. Viajó a La Habana, se entrevistó con Castro, hizo lo que nunca antes un Santo Padre para la liberación del secuestrado pueblo cubano. Secuestrado por sus dirigentes. Asfixiado por un bloqueo que nunca sirvió del todo, porque los afines al régimen no lo sentían. Muy al contrario, les servía para mantener amedrentada a la población. Pero San Juan Pablo se volvió de vacío. Allí no estaba un Gorbachov para ofrecerle la mano del mundo occidental y hacer que marchara seguro hacia la libertad y Wojtyla tuvo que volverse con las manos vacías.

Pero es ahora cuando este sucesor de Pedro, el que lleva el nombre del Santo Loco que hablaba con los animales y que cambió la Iglesia del medievo, cuando Estados Unidos y Cuba anuncian la paz en su particular guerra fría. Habrá quien lo esté contando visto desde un lado, desde otro. Precisamente contaban que en la visita de San Juan Pablo al Malecón, una ráfaga de viento mandó rodando mar adentro su tradicional bonete blanco. Dice la historia que Castro tranquilizó al Santo Padre y le aseguró: "Yo se la traeré, Juan Pablo". Y se adentró en el mar caminando sobre la superficie del agua. El barbudo recogió el bonete y volvió de igual manera hasta el Malecón para entregárselo a Wojtyla. Al día siguiente, L'Osservatore titulaba: "El Papa obra el milagro y consigue que Castro ande sobre las aguas". Por su parte, Granma se decidía por un lacónico "Fidel es Dios!". Por último el Miami Herald escogía el encabezamiento a cinco columnas: "Fidel no sabe ni nadar".

En este mundo traidor... De lo que si podemos estar seguros es de que si (como el título de la película de Penella localizada en Badajoz) la guerra empezó en Cuba. La paz no comenzó ni en Washington ni en La Habana. La paz comenzó en el Vaticano.

(Publicado en Forofos)